jueves, 26 de mayo de 2011

Escupidas

Lamento ser el epígrafe de esta historia, dejar de ver signos, desandar caminos, distingir entre los primeros, los que van después y quienes trazan mapas... asi que nos preguntaré a todos nosotros, para que pregunta se pierda entre los que somos... ¿Cuando fué que empezamos a adorar estos lugares oscuros? ¿siempre lo hicimos? ¿o fue sólo porque hace un tiempo los pasos a tientas no tenían este tinte trágico de ocaso al que hoy deben la gravedad de su avance? ¿Cuanto más jugo se le puede exprimir al pozo de la condena? ¿cuantas vidas hacen falta? ¿se podrán sumar hasta colmar un río en el que poder bañarse para no ser el mismo? ¿o se reducirá a un momento y un detalle? Un momento mínimo en el que se vivencie la tensión completa, comprimida, inestable, contenida en un gota? ella que simboliza y por eso contiene, aunque en verdad no lo haga, lo anterior? ¿cuan seguros hay que estar? ¿no es esta misma sensación, la presencia misma del mismo límite lo que nos libera de ataduras? no es este vértigo de la mirada que abarca en grande lo que le quita peso a las cosas? peso - ingravidez... unas palabras antagónicas, desformadas por su opuesto, cada una, un camino a la nada; una invitación a la conciencia intranquila. Empujando sin mayores dilemas a pobres incautos para que se amiguen de la pregunta, que la abracen como su compañera, tal vez veamos espejado en su andar la confirmación de nuestras sensaciones. Como si un mismo dolor provocado por un mismo y punzante filo de las cosas hicieran uno todos nuestros sentidos. Porque la pregunta siempre esta presente, es sólo cuestión de marchar con ella hasta donde la voluntad pueda arrastrarla, es seguir recorriendo la senda de los que parten, de los que buscan lo que no esta. Santo y seña de esta sociedad, fuente de su lógica y tumor que la consume, es producto de una casta de pequeños hombres cuya única grandeza ha sido dorar la píldora de la falta, son los que ha marcado el norte, nuestra dirección. Nosotros le llamamos progreso, pero en su espejo vemos reflejado el "abandono", la "partida hacia" o simplemente la "insatisfacción". Por eso partamos! a un nuevo mundo, a un más allá, a una traducción acabada, total. La promesa persiste, igual que la pregunta, aunque será necesario a su tiempo preguntarse también por ella y sus motivos, sería inconsecuente resguardarla de ella misma, hacerla crujir bajo su mismo peso, para finalmente abandonarla y partir así, libre de promesas, hacia lo no prometido.... ¿y para que seguir gastando saliva? ¿sera que algo queda? ¿somos una generación educada para conformarse con nada? Algo para conformar, digo para confirmar... dudad! - y así podremos refunfuniar, enloquecernos, angustiarnos, estallar y al final vivir la bendecidos de ser, sin saber por que, preguntandonos hacia donde y agradecidos del momento en que una nada de duda pulseó a muerte con la vida...

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